jueves, 7 de agosto de 2008





Hoy no me hubiera levantado de la cama.





Hubiera navegado sin rumbo entre las sábanas, desperezándome para volver al letargo y empezar de nuevo.
Entrar en estado de modorra al compás del ronroneo de mi gato y el sonido de las aspas del ventilador, que refresca con una suave caricia el sudor de mi cuerpo

Dormitar, dejando que se me apodere el murmullo de la cotidianeidad, la actividad de la ciudad alrededor de mi holgazana quietud, entrando intermitente por la ventana, arrastrada por la brisa mediterránea, que empuja las cortinas permitiendo que se cuele traviesamente un rayo de sol con aroma de salitre.


Serpentear lentamente por la cama en busca de un rincón más fresco. Abrir los ojos y observar las luces y las sombras de mi cuarto contándome leyendas ancestrales. Cerrar los ojos y soñar con ellas. Soñarme en ellas.






Te estoy recordando desde esta pausa de mi mundo del que ya saliste, del cual nunca te has ido, sin saber si has entrado



Mi piel ha conservado la memoria de la tuya





A quién pertenecería aquella risa, tengo que comprar comida para el gato, este fin de semana
me escapo, no puedo soportar su injusto menosprecio, su pedantería, su indiferencia, cuánto me gusta , tengo ganas de verla, seguro que voy, me muero por un helado de chocolate y especias, y si este fin de semana me atrapa la ciudad… qué ganas de mar de sol de agua amor de cielo piel soledad de lágrimas de su perfume de mí

Perdida en mis inconexos delirios, tejiendo un mundo exclusivo para mi solaz. Mi mundo coreografiado por el pálpito constante de la tierra, de la gente, los nombres los sueños las corrientes…











Y así dejar pasar las horas, en distensión, explorando con todos los sentidos la vida desde mi rincón tranquilo, mi pequeño momento de gloria frente al espejo de mi alma, de todas las almas


He llenado los bolsillos de amor y deseo compartirlo con vosotros

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