jueves, 9 de octubre de 2008


Los pocos que me quedan son los que siempre estuvieron
Esos que me han sembrado de sonrisas el camino
Y han soportado mis llantos sin pedirme un pañuelo

Esos con los que el desvelo y las horas de fatiga
Se convierten en festines de piel y de sentimientos
Y las lágrimas se tiñen del color del arco iris

El que se corrió la juerga de su vida a mi lado
El que descubrió el infierno de mi mano
El que me enseñó la vida con descaro

Los que no querían cruz ni cara sino toda la moneda
Los que me amansaron en momentos de tormenta
Y me cantaron a coro cuando me anegaba el llanto

El que recurrió a mi hombro para enjugar su alma
El que llamó a la mía para abrirse el corazón
El que quiso y creyó y confió y me confió…

Los que hoy a pesar de conocerme y hasta por eso
Siguen tomando mi mano y permiten de buen grado
Que yo les tome la palabra el amor y las líneas de la vida






Gracias desde lo más profundo de las costuras del alma

1 comentario:

Kraichek dijo...

bonito, muy bonito